Reducir la incertidumbre del entorno es algo esencial para la supervivencia desde tiempos inmemorables. Queremos saber por qué ocurren las cosas, predecir si seguirán ocurriendo, prepararnos para ellas y/o, en determinadas ocasiones, intentar cambiarlas. Para ello intentamos dar explicaciones que a veces nos dejan más tranquilos o nos facilitan la solución del problema. Sin embargo, en otras ocasiones, irremediablemente las más comunes, son estas explicaciones las que nos alejan de la solución.
El lenguaje no es inocuo, y esto es algo que nos cuesta asumir por estar presente en cada cosa que hacemos. Cómo nos contamos las cosas que vemos influye notablemente en cómo las interpretamos, sentimos y actuamos con respecto a ellas. No es lo mismo decir “esto es imposible” a “esto es tremendamente difícil”. En un caso desistimos, en otro quizás lo intentemos.
Desde este punto de vista, el modo en que explicamos el comportamiento ajeno y propio, influye en cómo actuamos ante él. Es una escena bastante común estar viendo el telediario o leer una noticia escabrosa y preguntarse: ¿Por qué habrá hecho eso? Muchas de las supuestas causas que se dan en los medios de comunicación suelen aludir a “constructos” internos: “esquizofrenia”, “enfermedad mental”, “personalidad psicótica”, etc. El problema de estas explicaciones no solo reside en el cuestionamiento de su veracidad, sino en que al presentarse como heurísticos, la comprensión general para entender el comportamiento ajeno coloca el foco en una causa interna: la esquizofrenia como monstruo interior que provoca x, la enfermedad mental hizo que esta persona hiciese y… No solo caemos en una explicación circular, sino que esta tautología guía de cierta manera nuestro comportamiento posterior y nos aleja de comprender por qué uno hizo lo que hizo.
Sin ir tan lejos, ¿cuántas veces hemos explicado el comportamiento de nuestros conocidos aludiendo, de nuevo, a una simple etiqueta? «Está inhibido en la situaciones sociales porque es introvertido»; «Es una persona bastante agresiva, por eso te contesta de forma brusca»; «Se ha olvidado de llamarme porque es un pasota» ¿Qué significa ser introvertido, agresivo o pasota? ¿Si abro en canal a mi amigo encuentro la introversión? ¿Es un bicho? ¿Un gen?
La introversión, agresividad o el pasotismo son definiciones, maneras de designar un conjunto de comportamientos que puede tener una persona. En el caso de la introversión, la inhibición social (por ejemplo: estar callado, participar menos en la conversación, etc.) forma parte su propia definición. La trampa del lenguaje, en este caso, nos hace confundir la causa con aquello que realmente debemos explicar. Decir ES no es más que decir que tiende a comportarse de esta forma, y tender a comportarnos de cierta manera es producto de un aprendizaje. «Hemos aprendido a reaccionar de forma inhibida ante las situaciones sociales», ¿por qué? Decir que la causa es la introversión es como no decir nada «He aprendido a reaccionar de forma inhibida ante las situaciones sociales porque soy introvertido, es decir, porque tiendo a reaccionar de forma inhibida ante situaciones sociales, es decir, porque he aprendido a reaccionar de forma inhibida ante las situaciones sociales» Tautológico.
Aprender a desmenuzar los conceptos, saber lo que significan realmente, es esencial para evitar caer en este tipo de explicaciones que reinan nuestra vida y que pueden ser las responsables de que muchos problemas se mantengan a lo largo del tiempo. No se quiere decir con esto que haya que intentar explicar la causa de todos nuestros comportamientos, pues no solo puede resultar una tarea de gran complejidad sino que, además, crea un problema antes inexistente. Usar etiquetas, conceptos, palabras que sintetizan, es algo cotidiano, necesario y que nos ahorra tiempo, pero debemos prestar especial atención en saber a qué nos referimos cuando queramos explicar algo, más aún si ese algo genera problemas en nuestra vida.
Con todo lo anterior, ¿por qué es peligroso explicar nuestro comportamiento aludiendo al ser? La típica frase tan común en nuestra boca: «Es mi forma de ser»; «Es que yo soy así»; «Así soy yo» no deja de ser, como todo lo explicado anteriormente, un mal planteamiento, una trampa del lenguaje que nos ciega a la hora de intentar entenderlo. Sin embargo, mantenemos este tipo de explicaciones; todos hemos explicado y explicamos en determinadas ocasiones nuestro comportamiento así.
¿De qué nos sirve y cuáles son sus consecuencias?
- Justifica nuestro comportamiento ante nosotros mismos y ante el mundo. Por ejemplo, si contesto mal a mis amigos, decir “Es que soy así” me sirve para eludir responsabilidad. La culpa la tiene mi ser. “Ser así” no solo no explica mi comportamiento sino que me aleja aún más de entenderlo al justificarlo y quedarme tranquilo. Si por el contrario planteo: “Contesto mal a mis amigos porque he aprendido a comportarme de esta forma” o “porque no gestiono bien esas emociones y me enfado ante su comportamiento” coloco la responsabilidad en algo modificable que depende de mí, es decir, en un aprendizaje que no se ha producido pero que puedo llevar a cabo si quiero.
- Esta justificación, en muchas ocasiones, busca una aceptación por parte de los demás. «Yo soy así y si me pides que cambie es que no aceptas/validas cómo soy». Cuando nos identificamos con un comportamiento problemático y lo integramos como parte de “nuestra forma de ser”, llegamos a pensar que cuando alguien se queja de él no nos está aceptando a nosotros. Es decir, «si no te gusta cómo me comporto y me comporto así porque soy así, no te gusto yo». Este planteamiento no solo nos lleva a perder a amigos, sino que enturbia la manera que tenemos de describirnos: «soy una persona que contesta mal a sus amigos». Esta descripción puede hacernos experimentar emociones de malestar y pensar que la única salida es “aceptarnos”, en vez de intentar elegir cómo queremos ser, es decir, cómo queremos comportarnos.
- Perpetúa un conformismo equívoco y no sujeto a una elección personal. Llegados a este punto, uno puede tachar de idealismo ingenuo la posibilidad de elegir cómo queremos comportarnos. Lejos de imponer el cambio como solución, este artículo pretende proponerlo como opción. Opción que no posibilita una explicación en términos de “ser”. Si creemos que nuestro comportamiento es fruto de algo que tenemos dentro la única salida es conformarnos con ello y llegar a apreciar a ese SER que decide por nosotros. Si sabemos que lo que se ha conceptualizado como “forma de ser” no es más que la manera habitual que tenemos de comportarnos, la que hemos aprendido y nos ha funcionado la mayoría de las veces, cuando no funcione, es decir, cuando algún comportamiento me suponga un problema, podré elegir, elegir de verdad, si quiero cambiarlo o si me compensa seguir comportándome así.
Una vez que hemos identificado las consecuencias que pueden tener las explicaciones vacuas en términos de constructos internos, inabarcables e incontrolables, ¿Cómo plantear una manera más realista y útil de describir nuestro comportamiento en caso de identificar un problema en nuestra “forma de ser”?
- ¿Cuál es el problema? Identifica qué es lo que ocurre. No me gusta ser tan tímido en las fiestas.
- Descríbelo en términos de comportamiento de forma concreta y precisa: desmenuza el concepto. No me gusta comportarme con timidez (mirada baja, no hablo con nadie, tartamudeo, me sudan las manos…) en las fiestas.
- ¿Cómo te gustaría comportarte? Fija tu objetivo en términos de aprendizaje. Me gustaría aprender a estar menos nervioso, participar más en las conversaciones sin que me temblase la voz, poder mirar a la gente a la cara…
- Pasa a la acción. Cualquier cambio se facilita mediante una explicación acerca del comportamiento problema. Uno puede comportarse de forma tímida por no haber aprendido a comportarse de otra manera (“falta de habilidades sociales”), por experimentar ansiedad en situaciones sociales que dificulta desenvolverse correctamente, etc. En cualquier caso, la persona idónea para analizar y explicar las causas de tu comportamiento y especificar las acciones que llevar a cabo para conseguir tus objetivos es un profesional de la psicología.
¿La solución siempre será acudir a un profesional? En absoluto. En muchas ocasiones, cambiando la manera de contarnos las cosas, cambiamos la forma de actuar ante ellas. Así, si yo sé que la causa de mi comportamiento no es “ser así” sino haber aprendido a comportarme así, puedo intentar comportarme de otra manera y comprobar si las consecuencias de este nuevo comportamiento me compensan más.
Natalia Andrés
Alumna Promoción 2017-2019
Me ha parecido interesante esa idea de no esconderse detrás del «soy así»,pero lo difícil es desaprender y atreverse a probar otro camino, que a menudo nos cuesta encontrarlo.
Gracias.
Oye, me a gustado mucho el articulo. Yo particularmente sufro de esto. De pequeño fui muy tímido, diría que al extremo. Pero ya de adulto e ido cambiando algunas actitudes. Ahora soy menos timido, por lo menos puedo hablar con mucha mas fluides. Eso ha traído cosas buenas y malas. Sobre todo que las personas suelen sentirse aludidas o amenazadas por mi forma de expresarme. Y ahora pensadolo bien. Me e descubierto varias veces escudandome en el «así soy yo». Saludos desde Caracas-Venezuela.
Muchas gracias por tu comentario y tu interés. Esperamos seguir viéndote por aquí y seguir resultando útiles. Un saludo