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¿Infidelidad? ¿Infelicidad?

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¿Qué es una infidelidad?

Cuando una relación de pareja va creciendo, poco a poco vamos estableciendo ciertas normas de cómo debemos comportarnos el uno con el otro. Es, por tanto, en cierta medida una construcción social. Algunos ejemplos de estas normas pueden ser escribir a la otra persona antes de dormir, dejar en su puerta algún detalle cuando está enfadado o enfadada o tener como costumbre verse cada domingo. A todo esto se le llaman reglas, que pueden ser implícitas o explícitas. Todo ello hace que se vaya formando y consolidando una especie de “vínculo”, sabemos qué comportamientos esperar de la otra persona y nos ajustamos a las reglas construidas comportándonos de forma coherente con ellas (Giraldo, Garcés y Posada, 2019).

Gracias a esas reglas que vamos construyendo paso a paso, pensamos que nunca acabarán las cosas buenas que nos aporta esa persona. Nos solemos acostumbrar a esperar esto, pero hay veces que termina muy a nuestro pesar. En las parejas donde hay un acuerdo de exclusividad, una de las cosas que pueden hacer que caduque este tipo de enlace es la infidelidad, pero, ¿Qué es una infidelidad? La infidelidad, de manera general, puede ser entendida como romper esa exclusividad (Ventura, 2018). Aunque cada pareja tiene su propia definición de lo que es una infidelidad (Giraldo et al., 2019). Lo que está claro es que, en una relación en la que existía una regla de exclusividad, la infidelidad supone tener que exponernos a un comportamiento que no esperábamos por parte de la otra persona. Un comportamiento que, de forma social y dependiendo de nuestra historia de aprendizaje, solemos tener asociado a “pérdida del amor”, “humillación”, “falta de respeto”, etc.

Debido a esto, cuando se da una infidelidad, a veces, podemos sentir mucho malestar, llantos, resentimiento o incluso negación, muchas veces no sabemos ni cómo asimilarlo.

No entraremos en esta ocasión a valorar si la infidelidad en sí es algo natural o no, si nos permite ser más adaptativos o si es algo que está bien visto o todo lo contrario. Es un comportamiento más que provoca emociones en ambos miembros de una pareja, tanto en la persona que es infiel como en la persona que recibe esa infidelidad. Lo bonito sería entender, aunque sea a poquitos el por qué ocurre, si nos puede afectar de alguna manera y cómo puede ayudar el tratamiento psicológico en aquellos casos en los que sea difícil gestionarlo.

¿Por qué puede ocurrir esto?

¿Por qué a mí? ¿Qué ha pasado para que ocurra esto? ¿He hecho algo malo? Nos solemos preguntar muchas veces cuando nos vemos envueltos en algo así, nunca pensamos que nos pueda pasar a nosotros, pero a veces pasa y lo mejor es afrontarlo. Existen una gran cantidad de variables que pueden intervenir en este fenómeno o aumentar las probabilidades de que ocurra, aquí algunas de las más relevantes:

  • Satisfacción con la pareja: El cómo se encuentre la relación de pareja es muy relevante en estos casos, si hay comunicación, problemas sexuales, si sigue habiendo amor entre ellos o si ha ocurrido algún acontecimiento relevante que haya podido precipitar algo así. Si hay imposibilidad de cubrir las necesidades de la pareja también puede ser algo que lleve a la infidelidad.
  • La confianza: Cuando tenemos confianza en la pareja es más improbable que seamos infieles ya que damos por hecho que la otra persona no nos sería infiel (Camacho, 2004).
  • Creencias y valores: Las personas que creen en la fidelidad, piensas que a ellos no les gustaría que les fuesen infieles, por tanto no lo son ellas mismas, también pueden afectar las creencias religiosas o culturales (Camacho, 2004).
  • La rutina: Es uno de los motivos más habituales por los que ocurren las infidelidades, sería algo así como la falta de «magia» en la pareja. Esto hace que el interés hacia la pareja vaya disminuyendo poco a poco y necesitemos sensaciones nuevas (Camacho, 2004).

De manera general, como podemos ver, encontramos que algunas de las variables que pueden influir en que se dé la infidelidad en muchas ocasiones van asociadas a una inseguridad o temor grande de perder a la pareja, cubrir carencias afectivas o físicas o buscar nuevas sensaciones (Medina et al., 2013). Debemos recordar además que, cada caso, cada pareja, cada persona es única y diferente y que las razones que llevan a algunas personas a tener estos comportamientos son muy diferentes entre sí.

¿Qué pasa después?

Cuando se da una infidelidad, es muy probable que la confianza o la seguridad que se ha creado en torno a la otra persona se rompa provocando la ruptura de la pareja, como hemos comentado anteriormente. Además de ello, surgen emociones muy intensas y distintas entre sí, como pueden ser: celos, miedo, rabia o tristeza (Fernández, 2010). En este caso, es interesante centrarse en los celos que vienen después de una infidelidad ya que pueden condicionar las decisiones que se tomen con el tiempo.

Llegados a este punto cabe preguntarnos, ¿Cuántos de nosotros hemos sentido celos alguna vez? ¿Es algo normal? En caso afirmativo, ¿Cuándo pasa a ser un problema? Lo explicaremos brevemente en la medida de lo posible.

Los celos son un sentimiento que nos viene como si fuera una especie de alarma, como la bombilla que se enciende cuando percibimos algún tipo de amenaza para el mantenimiento de nuestra relación de pareja (Portilla, Henao e Isaza, 2010). Estos suelen experimentarse ante ciertos comportamientos y situaciones que, de diferentes maneras, hemos aprendido que pueden ser señal de una posible infidelidad.

Por ello, como decíamos antes, es mucho más común experimentarlos tras vivir una infidelidad ya que solemos pensar que si una persona nos ha sido infiel una vez ¿Por qué no lo va a ser de nuevo? ¿Merece la pena creer lo que me cuente esta vez? ¿De verdad hizo ese plan que me comentó o me ha mentido? Muchos comportamientos de la otra persona, o incluso de otras personas, se convierten en posibles señales de una infidelidad, provocándonos ansiedad y haciendo que en muchas ocasiones nos comportemos de forma insegura: haciendo muchas preguntas, comprobando si lo que nos ha dicho es verdad, mostrándonos enfadados ante comportamientos de la otra persona que no tienen por qué indicar nada, etc. A su vez, esta inseguridad, hace que todos los comportamientos que ponemos en marcha al experimentar estas emociones etiquetadas como celos, disminuyan la satisfacción en la pareja, ya que son fuente de numerosos conflictos que, a larga, pueden provocar la pérdida de la relación de pareja.

Podríamos decir que, el comportarnos de forma insegura muchas veces supone vulnerar los derechos de la otra persona, estableciendo nuevas reglas en la pareja que coartan la individualidad de cada uno de los miembros. Estas nuevas normas pueden consistir en la obligación de comunicar en cada momento con quién se está, cuáles son los planes que van a hacer por separado, o incluso hacer la mayoría de actividades juntos. El hecho de que estas reglas se cumplan provoca alivio a corto plazo a aquel que teme una infidelidad pero a la larga mantiene y agrava el problema: pues la persona no es capaz de dejar de sentir miedo ante comportamientos que son normales y necesarios para que cada uno viva su vida de la forma en la que quiere, además de ello, por el otro lado, la persona que recibe esas nuevas reglas y exigencias puede sentirse muy presionada.

¿Se puede arreglar?

Es muy importante comprender que resolver este conflicto en la pareja es cosa de ambas partes, si uno de los dos no quiere que las cosas vuelvan a su cauce original, difícilmente se puede hacer algo. En caso de que ambos quieran solucionarlo, existen muchas alternativas para resolver este problema.

En caso de acudir a terapia, el primer paso es resolver y entender los sentimientos de culpabilidad, rabia y malestar…entender qué significado tiene la infidelidad para cada uno de los dos. Entender qué pasaba antes y que pasa después de este acontecimiento (Zumaya, Brown y Baker, 2008). ¿Eran felices entre ellos antes de que esto ocurriera? ¿Había comunicación? ¿Cómo era su rutina? Esto nos puede dar muchas pistas y ayudar a comprender el problema.

Las emociones de cada uno juegan un papel fundamental también. No podemos evitar sentir lo que sentimos, pero sí podemos expresarlo de una u otra manera. Saber cómo se solucionaban los problemas de pareja o cómo los solucionan es algo que también nos puede decir si las estrategias que han utilizado anteriormente han funcionado o por el contrario, no han sido útiles para que las cosas vayan por un cauce mejor.

En consulta, un tipo de tratamiento muy efectivo utilizado en la infidelidad es la «terapia integral de pareja». Consiste en trabajar y mejorar la comunicación, las habilidades que tenemos para solucionar problemas y buscar que ambas partes se comporten de una manera positiva hacia el otro. Si nos fijamos todo esto lo que busca es que ambos miembros de la pareja se encuentren satisfechos (Gaspar, 2006).

Si pensamos con detenimiento, cuando no tenemos comunicación con nuestra pareja, o es muy escasa, van surgiendo muchas incompatibilidades. Parece raro a primera vista, ¿Verdad?, pero si nos fijamos bien, cuando conocemos a alguien nuevo y nos resulta interesante, nos fijamos siempre en los detalles que hacen a esa persona diferente, distinta, como por ejemplo, su manera pausada de hablar, sus aficiones o esos pequeños detalles que tienen con nosotros.

Cuando avanzamos en el tiempo, si la comunicación no ha sido buena, surgen estas incompatibilidades de las que hemos ido hablando y es normal, no todos podemos ser iguales al cien por cien. Y debemos tener claro que ser en algunas cosas incompatibles no es malo, es lo normal de hecho, lo que sí debemos cuidar es cómo manejamos esas incompatibilidades. El manejo de esto sí que puede deteriorar en cierta parte la relación de pareja y es importante poner el foco sobre ello.

Volviendo a la terapia integral de pareja, como hemos mencionado anteriormente, trabaja mucho la comunicación, habilidades de solución de problemas y el comportamiento positivo entre ambos.

Hay tres partes a tratar en este tipo de terapia que sirven como eje central para solucionar los conflictos de la pareja y son las siguientes: Contar en la consulta los momentos concretos y más generales que suponen el problema y qué han hecho para solucionarlo (en este caso sería hablar sobre la infidelidad y si hay otras cuestiones que hayan afectado a la pareja), si ha habido otras situaciones donde haya aparecido el problema y si han conseguido resolverlo adecuadamente y por último, las situaciones positivas (Gaspar, 2006).

Lo que debemos tener claro como fundamental, es enseñar a construir de nuevo la confianza perdida, consiguiendo reducir los miedos que aparecen a raíz de la infidelidad exponiéndose ambos miembros a no realizar comprobaciones de los comportamientos del otro y fomentar la comunicación en la pareja.

¿Cómo me puede ayudar este pequeño artículo?

Es importante quedarnos con que si ambas partes quieren, se puede intentar solucionar el problema, se puede buscar la misma dirección y pelear codo con codo para estar como queremos estar, que es felices. Quedarnos con que ir a consulta ya es un paso de gigantes, que intentarlo ya es un avance. Podemos aprender a estar bien con nuestra pareja, la confianza es algo que se puede recuperar por medio del aprendizaje, donde ambos miembros de la pareja ponen de su parte para llegar a un objetivo común, que es el mantenimiento de su relación.

Además de ello, uno de los objetivos más importantes con estas líneas era aportar un poco de luz a un problema muy mal visto socialmente y el cual vemos sin una posible solución, pero es algo que perfectamente puede ser tratado.

 

Miguel Fernández Núñez. Alumno del practicum del MPGS de la Universidad Camilo José Cela.

Bibliografía:

Camacho, J. (2004). Fidelidad e infidelidad en las relaciones de pareja. Buenos Aires.

De Jesús-Ventura, D. (2018). Infidelidad en las relaciones de pareja: Algunas consideraciones para su abordaje en terapia. Revista REDES, (37).

Fernández Tapia, A. M. (2010). Psicofisiología de los celos románticos: estudio experimental de las emociones que surgen ante la infidelidad desde la perspectiva evolucionaria.

Gaspar, R. M. (2006). Terapia integral de pareja. EduPsykhé: Revista de psicología y psicopedagogía5(2), 273-286.

Giraldo, C. M., Garcés, M. H. y Posada I. C. (2018). La infidelidad: Un laberinto con salida. Reflexiones construidas en el proceso terapéutico. Revista Trabajo Social (28), 53-69.

Medina, J. L. V., Colín, B. G., Martínez, M. U. M., de Oca, Y. P. A. M., Fuentes, N. I. G. A. L., & Muñoz, M. A. T. (2013). Las causas que llevan a la infidelidad: Un análisis por sexo. Acta de investigación psicológica3(3), 1271-1279.

Pichardo, A. Y. D. (2020). El apego y su relación con infidelidad y la satisfacción en la relación de pareja (Doctoral dissertation, Universidad de Almería).

Portilla Ferrer, L. Y., Henao López, G. C., & Valencia, L. I. (2010). Diferencias sexuales en la experiencia subjetiva de los celos: Una mirada desde la Psicología Evolucionista. Pensamiento Psicológico.

Zumaya, M., Brown, C., & Baker, H. (2008). Las parejas y sus infidelidades. Médica Sur15(3), 225-230.

Etiquetas :

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